Ayer tuvimos la suerte y el placer de actuar para muchos vecinos del valle de Esgueva, ya que nos fuimos con la caravana hasta la HOSPEDERIA CONCEJO, en Valoría la Buena.

Enrique Concejo es un viejo amigo que, al enterarse de esta iniciativa, decidió que haría todo lo que estuviera en sus manos para que los niños de la zona pudieran disfrutar del espectáculo y, de su propio bolsillo, ha respaldado la iniciativa Títeres en ruta, cosa que es loable siendo un empresario joven y en los tiempos que corren. Quique pertenece a una antigua familia de viticultores que han trabajado el vino en la zona de Valoría desde hace muchas generaciones. El cariño que puso ayer en que los chavales pasaran un rato divertido es el mismo que emplea al hacer su vino, el Viña Concejo, y creo que cuando las cosas se hacen con ilusión se termina notando.
El lugar donde actuamos, una preciosidad. La hospedería fue en tiempos, además de hospedería, casillo templario y posteriormente palacio. Se ha rehabilitado con mucho gusto y con mucho esfuerzo también. Me consta que, tanto Quique como otros miembros de su familia, se han tirado al suelo a remachar, clavar y enyesar junto con los trabajadores contratados para la reforma y esa es la única manera de sacar las cosas adelante en momentos tan malos como los que vivimos ahora.
Tuvimos un llenazo de público contando con multitud de niños que participaron del espectáculo y aplaudieron a rabiar, cosa que les agradecemos profundamente. Nuestra diva perruna se deleitó con una hermosa zanahoria proporcionada por Jorge, el jefe de cocina del “Sueño del general” (así se llama el restaurante de la Hospedería) y desde aquí me pide Sola que le mande un fuerte abrazo y varios lametones por todo el rostro.
Pasamos una noche muy divertida en Valoría. Lo cierto es que siempre da mucha pena poner rumbo hacia otro lugar y abandonar los pueblos donde nos hemos sentido tan bien acogidos.
Por cierto, Laura, nuestra intrépida conductora empotró el coche contra una de esas alcantarillas de dos por dos que asoman en algunos lugares de nuestra geografía, como si de pequeños cráteres se trataran y únicamente gracias a la ayuda de nuestros Jesuses (Chuchi y Jesús Ramos, del Castillo de Curiel) pudimos desencallar el Clío Lunaritos y seguir viaje. Un día redondo.
El próximo lunes vamos hasta Íscar, a visitar al bueno de Alfonso, del Menfis, para el que ya hemos trabajado en alguna ocasión y que ha decidido ofrecer a su pueblo en fiestas nuestro espectáculo como regalo personal.
Seguro que lo vamos a pasar muy, muy bien.
Un abrazo para todos y un besazo para todas (luego os los cambiáis).
































Hemos tenido la suerte de poder actuar y dormir en la plaza mayor a la sombra de la “olma” donde antaño se reunia el consejo de vecinos.
Como anécdota contaros que anoche, al acostarnos en la caravana, la paz de la plaza y el silencio eran impresionantes pero al despertarnos nos hemos visto rodeados de puestos de mercadillo instalados a primera hora de la mañana por los vendedores ambulantes que hoy tenían licencia para traer sus mercancías a Mogarraz. Es maravilloso abrir los ojos al grito de “Vamos María, las bragas a dos euros, me las quitan de las manos oiga”. Me he comprado tres y le he ragalado unas a Laura.
Tambien comentaros que pulula por las calles del pueblo un hermoso ejemplar de cochino ibérico al que cuidan y alimentan entre todos los vecinos. El animal, muy sociable, deambula por la plaza con su campanilla al cuello, surtiéndose de cualquier cosa comestible que se quede al descuido; de hecho, está mañana se ha apoderado de una barra de pan que guardaba una de las vendedoras ambulantes debajo del mostrador. Un ejemplo fenomenal de que la convivencia pacífica entre cochinos y humanos es posible. ¿Os he hablado ya de lo riquísimo que está el jamón aquí?.

Montse
Eva
Nos llevamos un gran recuerdo de Á