A Iscar que se fue la caravana roja, después de haber pasado un día de relax maravilloso, con piscinita y marisco y vino blanco gallego en casa de dos buenos amigos de esta iniciativa. Luis y Marta, a quienes además de tan suculentas viandas, les debemos la confección de la nueva “mesa-cama” de la caravana.
En Íscar muy bien, a pesar de que Alfonso, del Menphis, quizás se equivocó al programar este espectáculo a una hora en la que los peques deberían estar ya por el tercer sueño.
Comenzamos a actuar a las doce y media de la noche y claro, en una zona de copas, pues la mayoría de los niños del publico público rozaban la cuarentena y peinaban más canas que yo.
No obstante y obviando la participación estelar del “mueblas” del lugar, que ligeramente alcoholizado aportó un ratito chusco al show, al lanzar un cangrejo de río vivo a nuestra marmita de los conjuros, todo salió bien, y pasamos un rato divertido.
He de decir que el trato que se nos dispensó en Íscar fue excelente, como siempre que hemos acudido a actuar allí.
Hicimos noche en Olmedo, junto al parque de interpretación del Mudéjar y, a la mañana siguiente, disfrutamos de un buen rato en el Eresma, en una zona cerca de Hornillos, donde el río forma un delta, con una playita encantadora y solitaria y donde aprovechamos para chapotear un poco, devolver a aquel pobre cangrejo a su hábitat natural y echar una siestecita de lo más reponedora.
"¡Pues ahí nos veréis!, con una caravana roja y un coche lleno de lunares, viajando de pueblo en pueblo, por Castilla y León, llevando títeres, instrumentos musicales y mucha, mucha ilusión a precio de risa para que el teatro llegue allá donde nos llamen. En esta edición superaremos un nuevo reto: conseguir un montón de títeres que ayudarán a sonreir a unas cuantas niñas de Nicaragua..."
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