Además, se que cuando lea el principio de esta crónica le va a dar un ataque de algo, porque detesta las cosas cursis y ñoñas y, con semejante frasecita, seguro que estará vomitando el desayuno por las almenas.
Fuera bromas, el bueno de Jesús quiso regalare a los zagales del pueblo nuestra actuación y nosotros, que a este tipo no sabemos decirle que no, para allá que nos fuimos con nuestra carroza y nuestro pendón, a la toma del baluarte.
Actuamos en la plaza del pueblo, para un público desconcertante. Digo desconcertante porque, durante las horas previas a nuestra representación, los animadores y monitores de la fiesta infantil habian estado jaleando a una trintena de fierecillas y, cinco minutos antes de arrancar con el show, los peques se estaban batiendo a golpe de pistola de agua, cosa que nos preocupó sobremanera ya que pensábamos que iba a ser imposible mantenerlos sentaditos y atentos despues de semejantes previos.



Tras la función, subimos a cenar al castillo, acompañados de los gatunos de "Soldegato" y de Perico y Carmen, unos buenos amigos de Valladolid que nos regalaron su compañia aquella noche.
Despues de una larga sobremesa, una duchita y al baile, que siendo las fiestas en Curiel, no podíamos quedarnos en la cama.
El pueblo lleno de gente con ganas de fiesta, nosotros alternando con todo el mundo, incluso con un matrimonio de lo más peculiar que se nos juntó durante un buen rato y con quienes terminé bailando sevillanas...o algo parecido.
La horas pasaban rápidas y a eso de las seis de la mañana se nos acercó un tipo encantador, un tal "Dani", que nos invitó a conocer su bodega y claro, para allá que nos fuimos.
Impresionante la bodega de este muchacho, una auténtica preciosidad donde, además, escondía un vino casero para caerse de nalgas.
A la cama, que son las ocho de la mañana y ha sido un día perfecto.
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