Como ya sabrán muchos de ustedes, en Morales tienen su residencia mis señores suegros, los padres de "TititriLaura".
Dulce y Toño, son dos personas muy especiales, cada uno a su manera, y desde el primer día se han volcado con la aventura de Títeres en ruta.
Cada vez que la caravana se planta frente a su jardín, es como acudir a un mercado.
Nos llenan los arcones con hortalizas, frutas, vino, licores caseros, mermeladas y conservas preparadas a la vieja usanza por Dulce, repuestos y herramientas de Toño, y mucho, mucho cariño.
Los que no conozcan en persona a Laura, deben saber que es un ser especial, como un duendecito del bosque o algo así, con magia en las manos y el corazón tan grande que es inevitable enamorarse de ella.
Supongo que muchas de las cualidades de Laura las heredado de sus padres y ciertamente son una gente fuera de lo común.
Actuamos frente a la puerta misma de casa, para todos aquellos que quisieron acercarse.
La función algo atípica.
Me explico: los voluntarios se nos rajaban en una suerte de histeria colectiva, entre lágrimas y "mamás".
Quizás debiera haberme duchado antes de actuar, no se.
Al margen de las deserciones de los pequeños y tímidos vecinos de Morales, el público se rió de lo lindo y nosotros lo pasmos genial haciendo lo que más nos gusta hacer: "el canelo".
Descansamos y nos relajamos lo que pudimos, pusimos a punto la caravana, limpiamos el coche y tras una opípara comida, dimos besos y abrazos y pusimos rumbo a Manganeses de la Polvorosa.
"¡Pues ahí nos veréis!, con una caravana roja y un coche lleno de lunares, viajando de pueblo en pueblo, por Castilla y León, llevando títeres, instrumentos musicales y mucha, mucha ilusión a precio de risa para que el teatro llegue allá donde nos llamen. En esta edición superaremos un nuevo reto: conseguir un montón de títeres que ayudarán a sonreir a unas cuantas niñas de Nicaragua..."
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