Los Santos.
Los Santos fue la última de nuestras citas en la Sierra de Francia y, francamente, tras haber actuado en un buen número de pueblos de la zona, nos marchamos con un muy buen sabor de boca, agradecidos a un público entregado y a una organización ya sea desde Cívitas o desde los propios ayuntamientos, más que satisfactoria. Esperamos volver el verano próximo. En Los Santos “teloneamos” a Mayalde, a quienes venimos siguiendo desde hace tiempo, por su buen hacer y por lo original de sus espectáculos. Lógicamente después de actuar nos quedamos a verlos y disfrutamos de su música y sus historias y, un par de horas más tarde, de una cena con ellos y con Javier, alcalde del municipio, quien nos obsequio con una buena reunión en torno a la mesa del restaurante, donde charlamos y compartimos experiencias y anécdotas.
Hablando de anécdotas: Javier, nos ofreció estacionar la caravana en un paraje precioso, junto a las piscinas municipales, a dos kilómetros del pueblo. Desenganchamos y calzamos la caravana y, tras arreglarnos para ir a ver a Mayalde, salió a nuestro encuentro el gerente de la piscina, quien nos advirtió de que esa noche había un festival de tecno en sus instalaciones y que la música sonaría desde la medianoche hasta las diez de la mañana (como mínimo). Sorprendidos lo comentamos con el alcalde, quien nos dijo que no tenía constancia de nada de eso y que no nos preocupáramos, que seguramente estaría de guasa aquel señor.
Los Santos fue la última de nuestras citas en la Sierra de Francia y, francamente, tras haber actuado en un buen número de pueblos de la zona, nos marchamos con un muy buen sabor de boca, agradecidos a un público entregado y a una organización ya sea desde Cívitas o desde los propios ayuntamientos, más que satisfactoria. Esperamos volver el verano próximo. En Los Santos “teloneamos” a Mayalde, a quienes venimos siguiendo desde hace tiempo, por su buen hacer y por lo original de sus espectáculos. Lógicamente después de actuar nos quedamos a verlos y disfrutamos de su música y sus historias y, un par de horas más tarde, de una cena con ellos y con Javier, alcalde del municipio, quien nos obsequio con una buena reunión en torno a la mesa del restaurante, donde charlamos y compartimos experiencias y anécdotas.
Hablando de anécdotas: Javier, nos ofreció estacionar la caravana en un paraje precioso, junto a las piscinas municipales, a dos kilómetros del pueblo. Desenganchamos y calzamos la caravana y, tras arreglarnos para ir a ver a Mayalde, salió a nuestro encuentro el gerente de la piscina, quien nos advirtió de que esa noche había un festival de tecno en sus instalaciones y que la música sonaría desde la medianoche hasta las diez de la mañana (como mínimo). Sorprendidos lo comentamos con el alcalde, quien nos dijo que no tenía constancia de nada de eso y que no nos preocupáramos, que seguramente estaría de guasa aquel señor.
Al volver al campamento base, con la sana intención de acostarnos y descansar, nos encontramos con cientos de coches rodeando la caravana, una música estridente a toda pastilla y mogollón de chavalería poniéndose finos. No veas que riseras. Como dice el refrán “si no puedes con tu enemigo, únete a él”, así que Cesar y yo nos fuimos a tomar una copita con la muchachada y ahí estuvimos hasta las cinco de la mañana. A lo mejor un día escribo un libro con todas estas cositas. En fin, lo pasamos bien en Los Santos y esperamos actuar allí muchas veces más.
Un besote para la familia que nos sigue a través del Blog y para todos aquellos que apoyan o sienten simpatía por nuestra iniciativa.
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