Un año más, acudimos a Pedrajas.
Esta vez lo hicimos dentro del programa del Festival de teatro de calle "Empiñonarte".
Actuamos en un parque precioso, tras un tormentón de escándalo y para numeroso público, entre el que se encontraban los chavales del campamento "Cervantes", algunos compañeros de POPOPOPO y Germán, Merce y Celia, unos buenos amigos.
El ambiente era propenso a la diversión, así que todos lo pasamos fenomenal.
Me hizo mucha ilusión que, al termino de la función, se nos acercara una turista británica, a decirnos en un correctísimo inglés (estaría bueno) que aunque no había entendido ni patata, lo había pasado en grande.
Eso siempre te da mucha moral para continuar.
La nota discordante, fue la metedura de pata de una persona de la organización quien, sin saber que se encontraba junto a algunos miembros de nuestra compañía, recomendó a los monitores del campamento Cervantes que se quedaran a la función de la compañía que actuaba a las 22horas, ya que esos eran "Los buenos".
No nos vamos a engañar y perdonen el vocabulario: me tocó sobremanera los ------s.
Y es verdad, porque ha vuelto a suceder lo mismo que el año pasado en el festival de teatro de calle de Cigales: aprovechando el bajo caché que llevamos con Títeres en ruta, para que los pueblos más humildes puedan contratarnos, estos festivales rellenan cartel con nosotros, y les importa un comino todo lo que hay detrás de esta iniciativa (por supuesto, no esperamos ningún títere para Nicaragua de pueblos así).
Hasta ahí puedo entenderlo, pero me indigna sobremanera que nos desprecien de semejante forma, máxime cuando al terminar el espectáculo, han venido a felicitarnos por el éxito de la representación y por la calidad de la misma.
Esto me dice mucho de las personas que solo entienden de teatro interpretando el montante de los cachés, y son de los que aplauden hasta quedarse mancos cuando han pagado sesenta euros por ver a un señor vestido con boas de plumas defecando en el escenario.
Pues ala...a seguir aplaudiendo.
Nota: este comentario es absolutamente personal y ha sido escrito por Juan Pizarro, a quien en el siglo diecisiete hubieran atravesado de parte a parte en cualquier callejón de la villa, dada su excesiva predisposición a los lances de honor.
"¡Pues ahí nos veréis!, con una caravana roja y un coche lleno de lunares, viajando de pueblo en pueblo, por Castilla y León, llevando títeres, instrumentos musicales y mucha, mucha ilusión a precio de risa para que el teatro llegue allá donde nos llamen. En esta edición superaremos un nuevo reto: conseguir un montón de títeres que ayudarán a sonreir a unas cuantas niñas de Nicaragua..."
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