De vuelta de la montaña leonesa y, ya en nuestra provincia, acudimos a la cita que teníamos con los vecinos de Villardefrades.
Villardefrades es una pequeña población en "tierra de campos".
Tiene una iglesia absolutamente peculiar, que se estaba restaurando, pero que, hoy por hoy, al haber desaparecido los fondos privados que para tal fin se destinaban, se ha quedado sin terminar.
Aún así es francamente interesante, les recomiendo que se acerquen a curiosear, merece la pena.
Cristina, la persona de contacto en el pueblo, nos recibió muy sonriente y decidimos montar el tinglado junto a las instalaciones del ayuntamiento.
Fue una tarde muy ventosa y fresca, pero eso no echó para atrás al público que hasta allí se acercó y que se mantuvo impertérrito y fiel ante la adversidad meteorológica.
El señor alcalde, un muchacho muy dispuesto, se convirtió en nuestro "operador de cámara" y lo cierto es que no se le dio nada mal.
Todos los voluntarios que se animaron a participar lo hicieron con mucho desparpajo y simpatía, lo que hace que actuar sea mucho más cómodo.
La gente pasó un rato muy divertido y nosotros más, ya que cuando comunicas con el público se crea un ambiente muy especial.
Al término de la función, nos obsequiaron con unos botellines y unos aperitivos en el "teleclub" y ahí estuvimos un buen rato arreglando el mundo y comentando la actualidad del entorno farandulero.
Ya hemos quedado en que el año que viene, Dios mediante, la caravana volverá a Villardefrades.
Será un auténtico placer.
"¡Pues ahí nos veréis!, con una caravana roja y un coche lleno de lunares, viajando de pueblo en pueblo, por Castilla y León, llevando títeres, instrumentos musicales y mucha, mucha ilusión a precio de risa para que el teatro llegue allá donde nos llamen. En esta edición superaremos un nuevo reto: conseguir un montón de títeres que ayudarán a sonreir a unas cuantas niñas de Nicaragua..."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario